Monday, August 22, 2005

Vivir para quien?

VIVIR PARA QUIEN?

Te haz hecho esta pregunta? Vivir para quien?
Vivir para satisfacer mis necesidades, mis deseos, mis caprichos? o vivir para los demás? para la familia, la esposa, los hijos, los amigos, compañeros de trabajo? etc.
Creo que esta pregunta marca un punto de inflexión en nuestras vidas, ya que todo nuestro actuar estará en función a la respuesta que demos a esta pregunta.

Indudablemente que el ideal, como en todo los aspectos de la vida, así como la naturaleza y el universo, sería encontrar el equilibrio, y si somos capaces de lograrlo realmente seremos felices.
Pero mientras ese equilibrio no lo hayamos logrado, hacia qué lado inclinaremos la balanza?

Nuestro instinto animal de la autopreservación nos hace quizá por naturaleza egoístas, y ante la duda pensamos primero en nosotros que en los demás.
Pero es sabida nuestra diferencia con los animales, y siempre se dice que la inteligencia y el razocinio es esa gran diferencia. Pero eso nos deja en un ser vivo puramente carnal, cuando bien sabemos que no solo somos carne sino también, espíritu. Esto sí creo es la diferencia con los animales.

La base de ese espíritu, la columna vertebral, es el amor. Cuanto mayor sea mi capacidad de amar, más fuerte será nuestro espíritu y por lo tanto en el momento de inclinar la balanza, prevalecerá sobre nuestro instinto “egoísta”.
Mucho se usa la palabra “amor”, pero que es el “amor”.
En particular creo que esta definición lo encierra todo.
“El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no es jactancioso, no se engríe; es decoroso; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta”
Claro debe quedar que amor y placer no son sinónimos, no debemos pensar que el amor es solo esa sensación de placer que sentimos cuando estamos con la persona elegida, o cuando tomamos a nuestro hijo en brazos, o cuando abrazamos a nuestros padres. Esta es la cara del amor que todos reconocen y pretendemos, pero no es lo única.

El amor también es sufrimiento. Alguien dijo: Quien no sufre no ama. Y esta es la faceta de la que todo el mundo huye, o busca darle otro nombre. Tomemos un ejemplo sencillo: la enfermedad de un familiar. Porque amamos a esa persona, sufrimos viéndola enferma. Y quizá es esta la faceta del amor que realmente reafirma este sentimiento. Es decir, para saber si realmente es amor ese sentimiento, debemos preguntarnos: cuanto somos capaces de sufurir por ello? Cuanto somos capaces de entregar o sacrificar?

Convengamos que no son nada agradables esos momentos difíciles de sufrimiento y sacrificio, pero tenemos que tener la certeza que luego tendremos la recompensa que superará con creces esos momentos.

El momento de la recompensa involucra otro factor fundamental que es el “tiempo”. Cuando veremos el fruto de ese sufrimiento?

Lo que sucede a menudo es que pretendemos obtener el fruto en determinado tiempo y en realidad es diferente al que realmente se nos da. Esto hace que uno sienta que el esfuerzo, o el sacrificio fue en vano y la próxima vez actuaremos diferente. También pasa que no sepamos ver que este buen momento que pasamos ahora se debe a una difícil decisión que tomamos por amor, y por la cual sufrimos en el pasado.
Pero esto es lo mismo que cuando plantamos una semilla. No basta con poner la semilla en la tierra, y esperar a que de frutos. Debemos regarla y cuidarla. Es decir, no basta tomar una decisión por amor en la cual tengamos que sufrir y luego esperar la recompensa. Debemos seguir tomando decisiones del mismo tipo, por amor y aunque tengamos que sufrir, sino el esfuerzo anterior pudo haber sido en vano, o no dar los frutos que realmente esperábamos.

Y lo que más nos aterra es que no tengamos el tiempo para ver esos frutos. Esto es aunque nos cueste entender y aceptar, lo más grandioso de todo, nuestra trascendencia, que nuestras obras y decisiones den fruto luego de que ya no estemos en este mundo. Esto es la resurreción del individuo, la inmortalidad. Tomemos por ejemplo a Jesús, Mahoma o para no ir tan lejos en la historia a los héroes patrios.
Todo esto es cuestión de tiempo
Yo me imagino que lindo podría ser al final de nuestras vidas poder ver la película de nuestra vida, analizarla y poder modificar algunas partes para ver cual hubiese sido el resultado final.

Mucho dificulta la decisión, el entorno en el que vivimos y nos desempeñamos, al igual que las personas con las que nos relacionamos, la educación, ideales, valores que recibimos desde chicos, las pautas de relacionamiento social, la opinión de los demás, los valores que la sociedad en que vivimos nos impone.
Todo estos factores deben estar ausentes en el momento de la elección que vamos a tomar de para quien quiero vivir.
Si priorizamos los bines materiales, a lo afectivo, obviamente nuestras decisiones tendrán ese tinte que proporciona el instinto egoísta, que solo busca la satisfacción personal.

Muchos podrán encontrar excusas como: Crecimiento personal. Realización personal. Cuando los demás no estén, yo habré quedado vacío.
Si realmente hemos hecho la misma elección durante toda la vida y nos hemos mantenido firmes en ella esto último no sucederá.

Debemos tener claro que en cualquier momento podemos cambiar de elección.
No nos debe importar en que situación nos encontramos hoy, que hemos hecho hasta hoy, como hemos actuado. Siempre estamos a tiempo de cambiar.
Analicemos nuestra vida hasta este momento, seamos lo suficientemente humildes como para reconocer nuestros errores y aciertos y volvamos a tomar la decisión. Para quien voy a vivir?

No recaigamos continuamente en la misma pregunta, ya que de lo contrario pasaremos la vida analizándonos sin haber tomado una decisión seria y responsable. Recordemos simplemente cual fue la decisión y no pensemos en otra cosa, porque sino encontraremos mil y una excusas para obrar de forma contraria.

Es una decisión que realmente puede costarnos mucho, por eso un buen ejercicio es comenzar por pequeñas cosas, como: hoy no tomaré gaseosa, no fumaré, no comeré golosinas, no miraré televisión, no diré malas palabras, etc. Esto hará que nos controlemos en actitudes que pueden ser instintivas, y cuando realmente tengamos que tomar las decisiones importantes ya tendremos el control sobre nosotros mismos y actuaremos de acuerdo a la decisión tomada.

Nosotros somos los únicos arquitectos de nuestra vida. Está en nosotros saber elegir los materiales para dicha construcción.

Debe quedar claro que no se trata de vivir pensando que van a decir o hacer los demás, porque quizás, no sea lo que esperamos, se trata de hacerlo con amor y por amor, sin esperar nada a cambio, desinteresadamente.
Y por último, y principal, tengamos bien presente la definición de AMOR y que cuando se ama irremediablemente se sufre.

Jorge Arbuet

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